Los sesgos inconscientes son atajos mentales que generamos las personas en algunas situaciones y que aparecen de manera rápida e inconsciente. Son tendencias y comportamientos que marcan la forma en la que las personas interpretamos la realidad y son creados a partir de nuestros valores, nuestra cultura, nuestra educación y nuestras vivencias.
La mente busca atajos y crea etiquetas que en ocasiones son útiles porque nos permiten tomar decisiones ágiles y eficientes basadas en la experiencia, se trata de un efecto evolutivo. Por ejemplo, si estamos en el trabajo y olemos que algo se está quemando o escuchamos una alarma, no nos paramos a pensar si será un incendio y debería irme o no, sino que directamente salimos del edificio. O si estamos por la calle y aparece un perro callejero agresivo, echamos a correr directamente, sin pensar si nos atacará o no. Sin embargo, estas etiquetas hacen que nuestra percepción de la realidad y nuestras decisiones estén limitadas y, en ocasiones, se basen en información errónea. Por ejemplo, un sesgo inconsciente nos puede llevar a hacer interpretaciones basándonos en la categoría social de una persona y no en sus características y competencias individuales.
Los sesgos inconscientes están presentes en el día a día de todas las personas, por lo que tienen un gran peso en el ámbito laboral y pueden impactar en los procesos de selección, en las interacciones con clientes, en la relación con compañeros, en la toma de decisiones…, limitando así que se genere un ambiente diverso e inclusivo o que se tomen decisiones desde la objetividad y el análisis. Por ello, es muy importante que las organizaciones se formen en este aspecto.
¿Qué tipo de sesgos inconscientes pueden aparecer en el ámbito laboral?
Cualquier sesgo inconsciente puede estar presente en el ámbito laboral. A continuación, vamos a explicar alguno de los más frecuentes, aunque existen muchos más:
- Sesgo de afinidad: consiste en evaluar de mejor manera a aquellas personas que consideramos parecidas a nosotros. Por ejemplo, imagina que entra un nuevo compañero en el departamento con el que tienes cosas en común como que os guste practicar el mismo deporte o veraneáis en el mismo lugar, en un primer momento tu valoración de esta persona será más positiva que de otra.
- Sesgo de confirmación o “profecía autocumplida”: consiste en valorar las evidencias que apoyan mis “creencias” de manera más positiva, teniendo en cuenta aquella información respecto a una persona que confirma la idea preconcebida que tenemos de ella e ignorando la información que la contradice. (“¡Lo sabía!”).
- Efecto de contraste: es la alteración de nuestras valoraciones por la presentación previa o simultánea de otra realidad comparable en la misma dimensión. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo, podría ocurrir que se compare al candidato con el que se ha visto previamente.
- Sesgo de anclaje o ajuste: aparece cuando se valora la realidad en base a un dato que conocemos e inferimos, confiando demasiado en nuestra primera impresión. Se da cuando utilizamos sólo la información inicial de una persona para emitir juicios posteriores.
- Sesgo de miedo o aversión a la pérdida: tendencia a dar más valor a lo que podemos perder que a lo que podemos ganar.
- Sesgo de observación selectiva: aparece cuando centramos la atención sobre partes de la información que nos interesan en función de nuestras expectativas y desatendemos el resto de información.
- Sesgo de autoridad: tendencia a sobreestimar la opinión de una persona que se considera la autoridad sobre un tema determinado. Por ejemplo, pensar que tu jefe tiene más razón que tú por el simple hecho de la categoría que tiene.
- Sesgo de atribución: aparece cuando valoramos nuestros éxitos por nuestro funcionamiento y nuestros errores por las circunstancias y al revés con los de los demás. Por ejemplo, culpar a una persona que no llega puntual a una reunión atribuyéndole la condición de ser impuntual, y justificar que tú has llegado tarde por una circunstancia determinada.
¿Qué podemos hacer para no caer en los sesgos inconscientes?
Einstein ya decía que “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Los sesgos inconscientes, como su propio nombre indica, no los pensamos de forma consciente por lo que no son fáciles de modificar. No obstante, en las empresas se pueden llevar a cabo algunas acciones para reducir estos sesgos:
- Formar a todas las personas de la organización en sesgos inconscientes, para aprender qué sesgos son frecuentes y ser capaces así de identificarlos y modificarlos.
- Trabajar la empatía. El cerebro tiende a pensar que su visión del mundo es la verdadera y debemos trabajar la escucha activa y el ser capaces de entender otros puntos de vista.
- Favorecer la diversidad de opiniones. Para combatir los sesgos cognitivos es muy importante contar con equipo diversos en cuanto a género, edad, formación, procedencia y también diversidad en formas de pensar, opinar y resolver conflictos.
- Trabajar desde la objetividad cuando se trate de realizar evaluaciones o hacer procesos de selección, evitando así que entren en juego los sesgos inconscientes y se tomen decisiones injustas y basadas en criterios subjetivos.
Los sesgos cognitivos están siempre presentes y llevan a interpretar la realidad de forma inadecuada. En Mentevita trabajamos impartiendo formaciones en organizaciones para cualquier aspecto de salud psicológica, como son los sesgos inconscientes. Si estás interesado, ponte en contacto con nosotros para resolver todas tus dudas, estaremos encantados de poder ayudarte.