¿Por qué me siento un impostor?

¿Alguna vez has sentido que no eres suficiente como trabajador y que no mereces el éxito que te atribuyen? ¿Sientes que sobrestiman tus habilidades y no te crees las valoraciones positivas que hacen los demás sobre ti? ¿Asocias tus éxitos al factor suerte?

Este tipo de pensamientos y emociones se asocian al llamado “síndrome del impostor”. Es un fenómeno que aparece especialmente en ámbitos laborales o estudiantiles y está relacionado con la incapacidad para atribuirse los propios logros.

Su principal autora, Clance (1985), lo define como una experiencia interna caracterizada por un sentimiento intenso de falta de autenticidad en relación a la percepción de las propias competencias. Las personas que presentan dicho sentimiento temen que su fraude sea descubierto y sostienen que el resto sobreestima sus habilidades e inteligencia, atribuyendo sus logros a factores externos.

Hay cuatro características que definen este fenómeno:

  1. La sensación de que los demás tienen una percepción inflada de tus habilidades o inteligencia
  2. El miedo a que tus verdaderas habilidades sean descubiertas
  3. La tendencia recurrente a pensar que tus logros o éxitos se dan por factores externos como la suerte o un esfuerzo desproporcionado
  4. La tendencia a sobreexigirse como manera de compensar las carencias que uno piensa que tiene

¿Por qué aparece?

Se calcula que aproximadamente dos tercios de la población experimenta este tipo de pensamientos en algún momento de su vida, puesto que en ocasiones juegan un papel adaptativo. El problema surge cuando esa sensación de ser un impostor se hace crónica y repercute negativamente en el estado emocional y en el desarrollo de la vida diaria de una persona.

Por ejemplo, vamos a ponernos en la situación de que nos ofrecen que demos una charla o una formación. Tenemos muchas ganas de hacerlo, pero cuando llega la posibilidad, aparece una voz con un tono inquisidor que nos dice algo que creemos indiscutible: que no somos suficiente (“¡No tienes la suficiente experiencia!, ¡No eres lo suficiente bueno en esto!, ¿Quién te crees para enseñar a nadie?”). Esa voz tiene un efecto aplastante sobre nosotros que no nos permite encontrar razones por las que debiéramos atrevernos y terminamos convencidos de que, si diésemos esa charla, nos convertiríamos en un impostor.

Es posible que esas voces que en el presente nos sabotean y nos limitan hayan sido útiles en algún momento de nuestra vida. Por ejemplo, nos han podido servir para mantenernos dentro de un estándar social en el que creíamos que teníamos que encajar para ser queridos y aceptados. No obstante, en un determinado momento, esas voces dejan de ser funcionales para la vida que queremos crear.

Aquellos que sufren el síndrome del impostor, creen que todo lo que hacen debe ajustarse a un estándar interno de excelencia por lo que, las creencias de no estar preparado, ser incapaz de conseguir logros y ser inferior a los demás, aparecen con mucha intensidad y se cronifican en su pensamiento, volviéndose incapaces de otorgarse sus propios logros. Atribuyen el éxito a la suerte por lo que, cuando alguien les da la enhorabuena por su trabajo, lo interpretan como una muestra de amabilidad y no como un reconocimiento a su capacidad y profesionalidad. Esta situación produce, por un lado, emociones de vergüenza al entender que no merecen esos elogios y, por otro lado, miedo a que otros descubran que realmente no son tan capaces como piensan. En consecuencia, estas personas no asumen nuevos desafíos o, de asumirlos, no son capaces de disfrutar la experiencia que esto supone.

¿Qué consecuencias psicológicas tiene?

El síndrome del impostor está asociado con diversos síntomas como la ansiedad generalizada, depresión, falta de autoconfianza, baja autoestima y frustración relacionada con la imposibilidad de cumplir con los altos estándares autoimpuestos (Bermúdez y Fernández, 2000).

Además, esa sensación continua de inseguridad en el ámbito laboral o académico puede provocar algunas alteraciones en el comportamiento de la persona que lo padece como, por ejemplo:

  • Hacer sobreesfuerzos y volcarse excesivamente en el trabajo o en los estudios, sintiendo que nada es suficiente y generando así un estado permanente de ansiedad;
  • Tener dificultades para dar su opinión por miedo a que descubran su incompetencia, por lo que no muestran a los demás sus conocimientos y habilidades manteniéndose en un segundo plano;
  • Sentir la necesidad de tener una aprobación constante por parte del resto de las personas para convencerse de que lo que están haciendo es lo correcto y;
  • No sentir la suficiente confianza para dar por acabada una tarea, invirtiendo así más tiempo y recursos de los necesarios.

¿Cómo se puede superar?

Esas voces de las que hemos hablado previamente forman parte de nuestro mundo interior y somos nosotros los responsables de identificarlas y transformarlas.En ocasiones, están tan presentes y cronificadas que necesitamos que un profesional nos acompañe en este camino. En este sentido, a continuación, os dejamos unos tips que podrían serviros de ayuda:

  • Cuando surjan tus sentimientos de “impostor”, identifícalos y escríbelos. Esto te ayudará a romper el ciclo de pensamientos negativos y podrás ver estos pensamientos desde otra perspectiva;
  • Haz una lista de tus fortalezas y lleva un registro de tus logros para recordarte que NO eres un farsante y revisa tu lista cuando te sientas ansioso y mal contigo mismo; 
  • No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Enfrentar tus problemas directamente te hará sentirte más productivo y valioso. Ir dejando las cosas que te generan ansiedad empeorará tus sentimientos de ineptitud;
  • Confía en el criterio y la valoración de aquellas personas que refuerzan tu funcionamiento, tus conocimientos y tu valía;
  • Aborda primero las tareas difíciles para que, una vez las termines, tengas una sensación de logro y fortaleza y;
  • ¡Felicítate por el trabajo bien hecho!, igual que le darías la enhorabuena a un compañero o amigo.

El síndrome del impostor es un problema que puede afectar al desarrollo diario normal de la persona y cuando esto ocurre, es necesario acudir a un psicólogo para trabajar este problema. Si este es tu caso, no dudes en contactar con nosotros. En Mentevita te proporcionaremos todas las herramientas para que puedas aprender a gestionar todos esos pensamientos negativos.

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¿Por qué me siento un impostor?
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Desde Mentevita, psicólogos laborales, os contamos qué es el síndrome del impostor, por qué aparece, qué consecuencias psicológicas tiene y cómo se puede superar.
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